El 3 de julio de cada año se celebra el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, un día que hace años podría haber desaparecido del calendario. Solo es necesario que los políticos se hubieran tomado en serio el tema y legislado en la dirección correcta para su total eliminación. Sin embargo, este desinterés y complacencia con la industria del plástico nos ha puesto frente a un gravísimo problema de contaminación mundial. Debemos saber que una bolsa de plástico de un solo uso tarda décadas (en el mejor de los casos) en degradarse. Y lo hace desprendiendo cientos de miles de diminutos fragmentos de microplásticos, junto a todos los aditivos y tóxicos que pueda llevar. A cambio su uso medio es de unos 12 minutos. Algo realmente inasumible desde el punto de vista de la sostenibilidad. En España se usan una media de 144 bolsas por habitante al año (un total de 6.624 millones al año) y, en la Unión Europea, el consumo anual asciende a 100 mil millones de bolsas además de otros cientos de millones de envases de plástico que se tiran a diario (para hacernos idea de la magnitud del problema). Los estudios científicos son contundentes y preocupantes; hay tantos microplásticos derivados de los plásticos de un solo uso en el planeta que ya no solo se propagan por ríos y mares sino por la atmósfera: llueve plástico en todo el mundo. Fuente: Greenpeace España.
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